VIOLENCIA JUVENIL
La violencia juvenil se refiere a actos violentos propiciados por niños, adolescentes y jóvenes. Generalmente, en la legislación interna de cada país se establece el rango de edad para cada uno de estos grupos sociales.
En El Salvador, la Ley de Protección de la Niñez y la Adolescencia (LEPINA) establece que la niñez abarca el período entre 0 y 12 años de edad y la adolescencia entre los 13 y 18 años. La legislación interna no define el rango de edad para la juventud; sin embargo, en países como Honduras, la legislación define el período de la juventud entre los 18 y 30 años.
Entre los profesionales de las ciencias sociales no existe consenso en la separación estricta por
edades entre adolescencia y juventud, ya que consideran que en el proceso de desarrollo humano
intervienen factores demográficos, sociales, psicológicos y culturales que afectan de distinta
manera a cada individuo. Algunos autores se niegan a hablar de "juventud", refutando la posible
homogeneidad del concepto y hablan de "juventudes", las que coexisten incluso dentro de un
mismo país o ciudad. En este sentido, la adolescencia y juventud no son sólo procesos biológicos,
sino psicológicos, sociales y culturales, por lo tanto asumen características diferentes de acuerdo a las distintas estructuras sociales y culturales.
Las causas de la violencia juvenil son múltiples y operan en distintos niveles. En el nivel macro, los estudios especializados en el tema señalan que la violencia juvenil es el resultado de problemas estructurales profundos como la exclusión social y la desigualdad que sufren ciertos grupos; y la incapacidad del Estado para ofrecer a todas y todos los ciudadanos –en especial a la niñez y la juventud- un acceso igualitario a los servicios básicos como la educación, la salud, el empleo, la seguridad y la justicia, entre otros.
En este mismo nivel, la exclusión de la niñez y la juventud
también se relaciona con la globalización y el consumismo.
En el nivel intermedio, la violencia juvenil puede ser resultado de la falta de apoyo social y comunitario, ya que existen muy pocos programas en el nivel comunitario para la niñez y la juventud En las zonas marginales urbanas el espacio público es inapropiado y no existen centros de recreo para el deporte y espacios para socializar.
En algunos casos las iglesias se convierten en un espacio para socializar para nuestra niñez y la juventud, pero muchas veces no cuentan con programas específicos ni especializados para prevenir la violencia juvenil, ya que en algunas ocasiones los programas de ayuda gubernamental han sido suspendidos o condicionados.
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